iPad PiPES, 2012

Andando invadida por una gran  curiosidad de explorar las nuevas técnicas de las que oigo hablar cada vez más, y he de confesar que me resulta realmente fascinante ir descubriendo las posibilidades que nos ofrecen. Contrariamente de lo que sucede con la obra plástica, realizada física y no virtualmente, en la que si cometes “errores” estos no se pueden reparar con comandos que dan marcha atrás, aquí el riesgo que se corre es de otra manera: hay que disponerse a investigar las respuestas insólitas y desconocidas que te pueden dar los diferentes programas cibernéticos. Es en verdad una aventura de lo más interesante a la que apenas empiezo a asomarme, porque intuyo que su potencialidad es casi infinito.

Lo que es cierto es que al igual que con un simple lápiz, lo que cada artista puede obtener al manipular estos programas puede ser totalmente diferente. Es más, al igual que con la pintura, cada vez que uno emprende una nueva sesión los caminos y los resultados son otros. No se pueden prever, y eso es lo que lo hace sumamente inquietante y misterioso. No hay recetas posibles, en cada momento abres una brecha de la que no queda rastro y que no sabes a dónde te va a conducir, y hay que estar muy atento para responder a lo que va ocurriendo, tomando las decisiones correctas para obtener los resultados más creativos y propositivos posibles.

Mi autocrítica en este momento consiste en admitir que respondo a estos nuevos mundos, desde mi ser pintora y me dejo seducir por el atractivo de las imágenes que se van sucediendo en la máquina. ¡La pantalla apantalla!!! Me engolosino con lo que voy obteniendo y creo que he de aprender todavía a verlo desde otros ángulos.

En cuanto a trabajar con imágenes concretas siendo yo básicamente una pintora abstracta, resulta que las aplicaciones del iPad que más me han atraído son aquellas que tienen que ver con dinámicas de fluidos. Justamente eso fue lo que me interesó: “disolver” de alguna manera esas imágenes concretas que resultan ser las fotografías.  Y si de fluidos se trata, también están ligados a los tubos y vasos comunicantes por dónde transitan. Por otro lado hago una metáfora con los circuitos internos, las “pipes”  de las máquinas queriendo imaginarlos físicamente quizás. 

Para mi sorpresa, esta actividad se va convirtiendo en un gran reto cada vez más divertido, pero también profundo. Establece una dinámica curiosa que oscila entre la concentración y la distracción. A momentos, lo que vas encontrando te evoca algún recuerdo o te inspira alguna emoción o pensamiento o te lleva a respuestas absolutamente sorpresivas que pueden irritarte o apasionarte. El proceso se convierte en un diálogo con un mecanismo que no controlas del todo y que justamente por eso te devuelve una mirada fresca sobre tu propia obra.